CAMINANDO EN AMÉRICA. Parte III. 2001

Bien, aquí volvemos tras un pequeño descanso. De seguro que os suponéis el porqué del silencio: éste tío ya se cansó de darnos envidia de sus aventuras, o, al Iván ya no le salen bien las cosas, y por eso no nos las cuenta, etc.
Pues bien, tenéis razón. Además las dos razones son ciertas.
Os tengo que reconocer que, impulsado por la novedad del cambio, así como con la euforia de que todo salía tan bien, os mandé los dos mensajes anteriores creyendo que viviríais un poco conmigo de la aventura de viajar y vivir caminando por tierras lejanas al hogar(¿?).
Pues bien, como no me gusta dejar las cosas a medias, y además no os voy a contar sólo lo bueno, he decidido continuar con mis relatos virtuales, también con la esperanza que todo aquel que tiene la mala o buena suerte de recibirlos, me conteste, y si quiere y le apetece, me relate algo de sus últimas experiencias, pues aunque estoy conociendo amigos y familiares nuevos, estad seguros que en mi corazón caben ellos, vosotros y muchos más. Y aunque me esfuerzo por personalizar los mensajes, espero que comprendáis que el grueso de mis cariños lo mando generalizado, ya que ni tiempo ni plata tendría para encerrarme en un café internné de esos que como hongos cada vez crecen por más sitios. (Ésta última frase os impide excusaros de que no me escribáis. Já!)

1. Desde Colombia. (Nov-Dic 01)
Una vez realizados una serie de espectáculos (que aún no nos han pagado) en el Festival de Tuluá, en el cual coincidimos con el querido Nanny, lo cual fue un tremendo subidón, nos dirigimos al Norte para llevar a cabo la última fase del Proyecto “Disparate Magdalena”.
Una vez llegamos Eduardo, Bella Luz, Antonio y yo a la troncal del Caribe, en una época de lluvias a punto de finalizar, pero que nunca lo hizo, vimos que necesitábamos mejorar las condiciones del alojamiento y la comida, tanto para nosotros como para los próximos voluntarios. Así que como si fuera poco, nos dedicamos a la construcción de un Rancho en la selva, además de coordinar la difusión de la Escuela, y dar las clases. Tremendo esfuerzo, ya que el rancho nos dio trabajo y problemas hasta apenitas la última semana. El exceso de trabajo nos hizo llegar a problemas con la Tribu Valencia, organismo acogedor del proyecto, aunque esto no impidió que formásemos una comparsita con los niños beneficiados, la cual llevó alegría y asombro a todos éstos pueblitos de colonos, paramilitares y demás especímenes, pero todos (o casi todos) con licencia moral de llevar un arma en la cintura y mirar al extraño con caras que nunca olvidaré.(Al Antonio casi le pegan por hacer unas foticos del pueblo de Perico Aguado).Payasos, Zancos, monociclos, malabares, acrobacias y danza aprendieron y mostraron los 30 niños que asistieron a las clases.
Incluso nos dio tiempo a subir a Antonio y a mí, junto con Alex (de Tribu Valencia) hasta Yincuamero, un pueblito de indígenas Koguis a tres días de camino por selva y cuesta arriba, al cual tiene prohibida la subida el hombre blanco, y donde realizamos una serie de espectáculos para ellos, y para los puestos de paracos que nos encontramos en nuestro camino. Una de las experiencias más intensas que tuvimos.
Ya con ganas de acabar en la zona, ya que se intensificaban los combates entre paracos de dos bandos distintos, y crecía la tensión y desconfianza en el ambiente (hasta oíamos tiros cada dos días), volvimos escopetaos a Bogotá, cosa muy bien hecha, ya que a los 10 días de irnos, comenzó la batalla campal, lo cual originó que todos los niños e incluso la familia de Tribu Valencia tuvieran que huir a campos de desplazados. Triste final.

2. En Ecuador.
El 8 de Enero, Antonio y yo nos separamos para descansar. Él a Perú y yo a Ecuador. Elegí bien mi destino, pues éste país, a pesar de la crisis en que está entrando con la puta dolarización (está más caro que España), su gente me acogió como una familia, y jamás me sentí solo, a pesar de viajar en solitario.
Mi primera parada fue Otavalo, pueblo de Indígenas (como casi todo el país), donde me detuve 10 días, ya que podía ensayar en un parquecito verde, rodeado de impresionantes volcanes, y además llegó un Circo (Circo Gigante Modelo), en el que había un paradista, y familias de acróbatas. Iba todos los días a verlos, comer con ellos y practicar un poco. Hasta llegué a actuar un dia con público, para que me viera el jefe.
Después llegué a Quito, donde me acogieron súper bien, y en dos semanas realicé dos cursos y dos espectáculos para el ayuntamiento, todo muy bien pagado. La escuela Teatro del Cronopio me ayudó en todo, sobre todo su maestro Guido Navarro, excelente profesor de Clown, y me sorprendió la gran calidad de los espectáculos que tienen (Splash, Los clowns del fin del milenio, etc).
La experiencia de asistir a una ceremonia de las antiguas tradiciones indígenas americanas, con la toma del abuelito aguarcoya (San Pedro) me causó tremenda revolución interior, ocasionando profundos cambios en mi interior. Tan fuerte fue la experiencia que hizo que me salieran antiguos dolores ocultos de mi cuerpo, lo cual me obligó a tomarme unos dias de descanso (casi un mes y medio) que gracias al Gran Misterio, coincidió con la invitación de Geovanny, Sarita y Manuela de quedarme en su casa. Gracias a ellos la enfermedad se convirtió en un fabuloso proceso de limpieza, conocimiento y aprendizaje interno. Además de alimentarme bien, me cuidaron como si fuese parte directa de la familia, por eso es que digo que tengo un papá, una mamá y una hermanita de adopción en Ecuador, lo cual me hace pensar y sentir más positivo y con más cariño a la humanidad que antes. Gracias de nuevo.
Y bueno, en tierra de volcanes, mi sanación vino dada por un pequeño y doloroso volcán creado en mi propio cuerpo, por el cual expulsé las toxinas que acumulé durante años. Gracias a Anita Wachi, mi doctora, que me hizo comprender la enfermedad de otra manera, como medio de superación y aprendizaje de que algo anda mal desde la base. Y de que la forma de sanarse es modificar esa base errónea, no eliminar los síntomas, como se empeña en hacer la medicina alópata (occidental).

3 Vuelta a Colombia: VIII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.
El 10 de marzo llegué a Colombia por avión desde Quito. Un poco con ganas de terminar el Festival y volverme a Ecuador, país más tranquilo y menos violento. Pero de nuevo la vida te sonríe y me hace llegar a casa de Rodri y Andrei. Muy a gusto, vuelvo a querer a Bogotá. Tras dos semanas de mucho trabajo por las funciones, cursos y charlas del Festival, en el cual nos salió todo muy bien, con la excepción de la censura que sufrimos debido a nuestro último número, un Estrip-Tease integral con música en directo y todo. En fin, los moralistas católicos volvieron a aportar su granito de arena a favor de “su cultura”, llena de prejuicios y escudos antinaturales, cosa que demostramos en nuestro último espectáculo, cuando pedimos la solidaridad del público en el desnudo, y con el apoyo de los niños más pequeños, salió a escena una criatura de unos 8 años, a bajarse los pantalones con nosotros.
Ésta y otras muchas imágenes del festival y de nuestras locuras están siendo procesadas actualmente (6.04.02) por nuestro amigo y director de cine Rodrigo Escobar, con las cuales obtendremos un video de aquí a 6 dias.